domingo, 20 de marzo de 2022

 

INSTRUCCIÓN CÍVICA 2022

 

¡Bienvenidos y bienvenidas estudiantes !

¡Comenzaremos   con un cuento breve  para reflexionar !

 

 

EL CUENTO DEL MOLINERO    


Un cuento tradicional alemán relata la anécdota sobre el emperador Federico II de Prusia, uno de los más poderosos de los tiempos. El emperador Federico tenía un palacio a las afueras de Berlín, la capital del vasto imperio. Allí se retiraba a descansar y gozar de la tranquilidad de sus bosques y jardines. Junto al palacio había un molino de viento que pertenecía a un campesino y se usaba para moler los granos de trigo para convertirlos en fina y blanca harina. Apenas soplaba el viento, comenzaban a girar  las grandes aspas, El emperador  se molestaba, pues con ese  escándalo  no podía descansar  ni pensar en cosas agradables.

Un día el emperador   decidió llamar  al molinero   y le dijo:

Ud. comprenderá que no podemos seguir juntos en este lugar. Uno de los dos tendrá que retirarse, y como evidentemente usted no tiene dinero para comprarme el palacio, lo mejor será que me venda su molino.

 

-Yo no tengo dinero para comprar su palacio-le dijo el molinero. Pero Ud. no me puede comprar mi molino porque no está a la venta.

El emperador pensó que el molinero trataba de conseguir un mejor precio por su molino y le ofreció más de lo que valía. Pero el molinero repitió que el molino no estaba a la venta.

 

El emperador le ofreció una suma aún mayor. Entonces, el molinero le dijo al emperador que no lo vendería por suma alguna.

 -Aquí nací y aquí quiero morir- agregó. Yo recibí este molino de mis padres y quiero dejárselo a mis hijos para que vivan al amparo de las bendiciones de sus antepasados. No me unen al molino razones económicas sino sentimentales.

Entonces el emperador perdió la paciencia. De muy mal humor le dijo:

-No sea terco. Yo no tengo porque seguir discutiendo con Ud. Si no quiere hacer un trato conveniente, llamaré a unos entendidos para que digan cuánto vale en realidad este viejo molino. Eso será entonces  lo que le pagaré y mandaré a arrancar esta máquina.

Con toda tranquilidad, el molinero se sonrió y le contestó:

-Eso lo podría hacer Ud. si no hubiese jueces en Berlín.

El emperador lo contempló en silencio. Pero, en lugar de enojarse, agradeció sus palabras, ya que demostraban que el molinero confiaba   en los jueces de su país y en que el emperador respetaría la ley.

Entonces Federico no insistió más. El molino quedó en su lugar  como un símbolo de la justicia que no distingue  a un rico ni a un emperador  poderoso de un humilde molinero.

Durante dos siglos, personas de diferentes partes del mundo fueron a visitar ese lugar y a oír   la historia del   molinero y el emperador. Durante la Segunda Guerra Mundial, una bomba destruyó   tanto el palacio como el molino. Pero la historia nunca fue olvidada.


El molinero pudo defender sus derechos debido a la existencia de un marco legal, de un conjunto de leyes que   los garantizaba. Ese marco legal es imprescindible para la convivencia social de los ciudadanos en un Estado democrático   y constitucional de Derecho. La existencia de este tipo de Estado y la conformación  del ciudadano son el producto de una larga lucha histórica que, como el molinero, se efectúo contra los reyes de las monarquías absolutas europeas y contra los despotismos ilustrados.